Existen más de 465 etiquetas ambientales en todo el mundo, y, en la Unión Europea se pueden encontrar más de 100. Todas estas etiquetas funcionan mediante la aplicación de diferentes métodos, de manera que no todas cubren idénticos impactos ambientales ni su información tiene las mismas garantías de fiabilidad.
Las consecuencias de esta situación resultan perjudiciales para los consumidores, que no disponen de información adecuada para poder decidir en base a sus preferencias ambientales, así como para las empresas, que se ven perdidas en medio de tantos nombres, símbolos y métodos diversos, a la hora de tratar de comercializar sus productos poniendo en valor sus menor impacto ambiental.
En este contexto, desde el 2013, la Unión Europea inició el camino para fomentar el uso de métodos comunes para medir y comunicar el comportamiento ambiental de los productos y las organizaciones a lo largo de su ciclo de vida, a través de la publicación de la Recomendación 2013/179/UE de la Comisión para fomentar el uso de métodos comunes para medir y comunicar el comportamiento ambiental de los productos y las organizaciones a lo largo de su ciclo de vida.
El pasado 30 de diciembre, la Comisión Europea publicó una nueva recomendación sobre el uso de los métodos de la huella ambiental para medir y comunicar el comportamiento ambiental de los productos y organizaciones a lo largo de su ciclo de vida. Esta recomendación sustituye a la Recomendación 2013/179/UE de la Comisión para fomentar el uso de métodos comunes para medir y comunicar el comportamiento ambiental de los productos y las organizaciones a lo largo de su ciclo de vida.
A continuación, analizaremos cuáles son las principales novedades introducidas respecto al método de la huella ambiental, y trataremos de clarificar cuál es el significado e implicaciones de este método que, en los próximos años, se prevé que adquiera una mayor relevancia para consumidores y empresas. […]. Terraqui. 09.02.2022