Es inevitable que, sumidos en plena segunda ola y con un futuro próximo cargado de incertidumbre, haya que analizar qué es lo que ha sucedido en los últimos meses y, sobre todo, cómo podemos utilizar este aprendizaje para interpretar y afrontar lo que está por llegar.
En primer lugar, una de las reflexiones que nos deja esta pandemia a nivel socioeconómico es que todos los sectores – en mayor o menor medida – somos dependientes los unos de los otros. Cada uno formamos parte de una gran cadena en la que cumplimos una función esencial y si uno de esos eslabones falla, la cadena se rompe.
En España, además, nuestra actividad económica está estrechamente ligada al turismo y la hostelería, por lo que el brusco parón de su actividad ha impactado como un tsunami en todos los demás sectores. De este modo, lo que ha pasado con la industria del papel y cartón recuperado en los últimos meses es una reacción a lo que ha sucedido en los demás sectores a nivel socioeconómico. Pero antes de analizar qué es lo que sucede en España, es necesario echar la vista atrás y ver cuál era la situación global previa a la crisis sanitaria.
China marca el ritmo imponiendo sus reglas de juego
Para entender el contexto actual, aún dentro de la situación excepcional provocada por la crisis sanitaria, es indispensable fijar la atención en China. Porque si ha habido un actor principal, en el escenario del papel y cartón recuperado a nivel global en los últimos años, ha sido el gigante asiático.
Desde que China empezará a cambiar las reglas del juego restringiendo las importaciones de una larga lista de materiales y limitando las operaciones, el mercado ha cambiado completamente. Y es que ha pasado de ser el principal receptor de las exportaciones, recibiendo entre 28 y 30 millones de papel recuperado anuales, a que la previsión para 2021 sea de no recibir ningún material, y todo esto en un lapso de cuatro años.
Ante esta situación, nuestra industria se ha visto obligada a reinventarse y a buscar mercados alternativos (India, Malasia, Vietnam…), aunque muchos de ellos también han implementado restricciones y puesto condiciones a la entrada de material siguiendo los pasos de las autoridades chinas.
2019 fue un año muy difícil para el sector del papel y cartón recuperado. Los precios cayeron y los almacenes, además, tuvieron que hacer frente a un exceso de material al que no pudieron dar salida debido a la baja demanda a consecuencia de la salida de China del mercado.
Y, cuando en el 2020 se apuntaba a un cambio de tendencia en los precios, de repente entra en juego por sorpresa un nuevo enemigo más difícil aún de combatir que el anterior y que nadie esperaba: la COVID-19. Un nuevo virus que ha causado una pandemia mundial originando que la entrada de material en los almacenes descienda entre un 60 y un 70% debido a la parada de la actividad económica.
La irrupción de la COVID-19 acarrea un descenso en la actividad acompañada de una subida en los precios
Ante el confinamiento europeo y la parada de los sectores productivos del mercado asiático surgió otro problema: la falta de contenedores para el traslado marítimo; lo que tuvo como consecuencia un encarecimiento de los fletes.
La respuesta de los fabricantes asiáticos ante la falta de material en sus fábricas fue inmediata y reaccionaron subiendo los precios – el cartón fue el primero en incrementarse -. No obstante, con la llegada del verano, y al solucionarse los problemas logísticos, esta situación se estabilizó y ahora continúa así. Es decir, se mantiene estable dentro del escenario de inestabilidad que vivimos.
Destacar también que, en este contexto de supervivencia, mercados como Indonesia o India – jugador principal desde el mes de julio – también han puesto sus propias normas limitando las importaciones.
Las empresas españolas operan a un 70%
Si centramos la mirada en España, desde que el pasado mes de marzo el Gobierno decretara el confinamiento total, hemos pasado por diferentes situaciones marcadas por el desarrollo de la pandemia, que han determinado a su vez la evolución de nuestra industria.
El primer gran impacto del confinamiento fue la disminución de entre un 30 y un 50% de la actividad en nuestros almacenes ocasionada por el parón en la actividad económica. Con el comercio, la hostelería, el turismo…fuera de juego nuestras empresas han tenido que buscar soluciones para paliar esta crisis y adaptarse a esta bajada en la producción sin apenas tiempo reorganizando equipos y horarios, acogiéndose a ERTES…
Pero no solo eso, porque al parón en la actividad económica hemos tenido que sumarle un cambio brusco en los hábitos de consumo de los usuarios al que también hemos tenido que responder. Por ejemplo, el incremento del comercio electrónico, que ha sido muy llamativo y ha aliviado en cierta medida la bajada general del consumo, pero que también ha generado nuevas necesidades.
El parón en la actividad económica y el cambio en los hábitos de consumo producen un cambio en la demanda
De este modo, estos cambios en los hábitos de consumo de la población, sumados al parón de la actividad económica, han originado un cambio en la demanda de productos que ha ido fluctuando a lo largo de los últimos meses.
Así, productos papeleros de gran consumo como el tisú han sufrido una bajada importante debido al cierre de la hostelería y hospedaje. Lo mismo ha ocurrido con los grados gráficos que, si bien ya venían experimentando un descenso continuado debido al auge de la prensa online, durante los meses de confinamiento se han visto aún más afectados.
Otro dato a destacar es el de la recogida selectiva de residuos domiciliarios. En términos globales ha tenido una evolución estable a lo largo de todo el año – cayó de forma muy acusada al inicio de la pandemia y remontó poco después -, pero ha experimentado un cambio en los materiales depositados. Una situación debida a los cambios en los hábitos de conducta y consumo de los ciudadanos, marcada por el incremento del comercio electrónico – hasta un 80% se han incrementado los marrones -.
Y en un momento en el que la calidad de nuestro material es vital, debido a las limitaciones que atraviesa el mercado, es necesario poner el foco en el aumento de los impropios en los contenedores azules. Algo que evidencia lo que desde Repacar venimos demandando desde hace tiempo, como es, la necesidad de informar e implicar a la ciudadanía en el proceso de reciclaje.
En definitiva, como podemos ver, los dos últimos años están siendo muy complicados para nuestras industrias. 2019 terminó con nuestras fábricas llenas de material y una demanda bastante baja y en 2020 la balanza se ha inclinado al lado contrario con mucha demanda en determinados materiales y poca oferta.
Ahora, nuestras empresas afrontan grandes retos como cubrir la demanda actual con una baja disponibilidad de material; oscilaciones e inestabilidad en la economía global, fluctuación en los precios, cambios en los hábitos de consumo cuya duración o evolución desconocemos, etc.
Por el momento, todo apunta a que la situación va a mantenerse de la misma forma. Y lo mismo sucederá con la inestabilidad en los precios a la que tendremos que acostumbrarnos. Estamos en un contexto incierto y debemos ser flexibles y adaptarnos a los cambios que se vayan produciendo.
No obstante, tenemos que ser y somos positivos. Debemos mantener unida a nuestra industria y continuar defendiendo nuestro liderazgo.
Manuel Domínguez. Director general de Repacar